Sentir o pensar

Experimentacion,

En esta pel’icula llamada «Her», los di’alogos aparentemente casuales, escond’ian casi en cada frase, el t’itulo de discusiones diferentes que se han dado en el ‘ambito cient’ifico (inteligencia artificial) y filos’ofico (tambi’en inteligencia artificial, pero preguntas tambi’en acerca de las caracter’isticas humanas. En medio de todo ese aluvi’on de preguntas sin respuesta, y ese final tan poco decidido y tan pobre emocional e intelectualmente (que me a mi impide considerarla una pel’icula lograda), aparecieron un par, que a pesar de estar latentes en mi forma de sentir, las percib’i por primera vez formuladas en lenguaje.

Qu’e pasa si lo que estoy sintiendo es lo mejor que voy a sentir de aqu’i a mi muerte, si las pr’oximas experiencias son tan s’olo r’eplicas tristes de estos momentos?

Claramente tememos la muerte, y aunque las razones sean diferentes en cada uno, suelen pertenecer a un abanico de sentimientos diversos comunes. Tememos tambi’en a la vejez, y no s’olo eso, tenemos el deterioro de un cuerpo maduro que va perdiendo m’as y m’as habilidades conforme pasa el tiempo. Y ni hablar de la parte mental, debe ser muy doloroso ver menguada nuestra capacidad de pensamiento; a’un ahora pensar con profundidad representa a veces un gran esfuerzo. Tememos nuestra por nuestra seguridad y estabilidad, en un futuro construido por nosotros, pero incierto y en donde nuestras posibilidades de acci’on se van reduciendo de infinito a cero, en una vida finita. Pero la pregunta del p’arrafo anterior es una desaz’on fuerte. No s’olo nuestro entorno y nuestro cuerpo y capacidad cerebral, que a pesar de ser (o no ser?) uno con nosotros, est’a fuera de nuestro control (al menos parcialmente): nuestras emociones mismas se van diluyendo y entonces nosotros nos diluimos;  como si nuestra manera de morir fuese un lento rodar hasta volvernos piedras. Nuestro ‘ultimo ser ser’ia s’olo la sombra de nuestra breve existencia, que ya es una sombra misma.

No me achicopalo ante la posibilidad de que un poco de verdad pueda haber en esa afirmaci’on. Es simplemente que los impulsos y razones de vida, parecen t’uneles m’as estrechos si eso fuese verdad. Qu’e le dir’e a alg’un amigo, cuando seamos mayores, para convencerlo de que vale la pena seguir vivo? Con la habilidad de sentir atrofiada, c’omo motivarse? Yo veo respuestas que se han dado al respecto: motivarse con la obra terminada (una especie de autoregocijo por la obra de la vida, merecido cuando lo es), motivarse con el florecimiento de las vidas de los amados m’as j’ovenes (que me parece muy natural, pero peligroso, por la dependencia de la felicidad propia en personas y acciones muy espec’ificas, lo que realmente lo vuelve una carga para los j’ovenes), y quiz’a la soluci’on m’as llana, pero que me agrada m’as, es el juego. Jugar, y divertirse mucho. Seremos claro, uno ninhos con piernas marchitas, y tendremos todos los vicios mentales y f’isicos adquiridos de toda la vida. Pero justo, si uno quiere volver a sentir, y a sentir algo nuevo, en una etapa en donde nuestras responsabilidades habr’an casi desaparecido (si somos lo suficientemente afortunados para poder sobrevivir con un poco de decoro y sin grandes problemas), porqu’e no dedicarse a jugar (aut’enticamente, sin ninguna responsabilidad!) y a tratar de jugar juegos diferentes a los que hicimos toda la vida? Estudiar un idioma nuevo, dedicarse al jard’in, tener un rinc’on de internet para comentar todas las pel’iculas y libros que miramos durante 70 anhos y nos dejaron alguna pisada, leer literatura de periodos y autores rec’onditos, disfrutar un videojuego de baile, escribir poes’ia y tener alumnos interesados en las letras, en nuestro barrio. Todas estas son soluciones de gente mayor que conozco,  donde algunos se atrevieron a jugar como principiantes. Miren a la gente mayor que nos rodea, algunos son muy exitosos con la vejez y nos ofrecen un ejemplo de felicidad templada.

Pero a’un as’i, no puedo negar que me llena de miedo pensar que no volver’e a sentir una vibra similar a la vez en que entr’e a robar flores a un jard’in y las entregu’e al d’ia siguiente a mi noviecita de la secundaria. S’e que esa emoci’on espec’ifica no volver’a, pero he tenido sentimientos poderosos que me han recordado esa sensaci’on f’isica y psicol’ogica espec’ifica a lo largo de mi vida. Los enamoramientos mismos, tan provenientes no s’olo de universos sino de suenhos y lenguajes diferentes, algunas veces tienen sensaciones espec’ificas que se logran doblar en una mismo sensaci’on. Esto me recuerda a la rama del logratimo complejo, o en otras palabras, a una hoja en espiral que va ascendiendo y recorre los mismos lugares a pesar del movimiento, como unas largas (pero finitas) escaleras de caracol. Llegar’an esos tr’agicos y muchos d’ias, antes de morir, en donde sin darnos mucho cuenta, no logremos llorar? Nos enganharemos al respecto?   Qu’e ser’a peor, equivocarnos al pensar que pensamos, o equivocarnos al sentir que a’un sentimos?