Multidualis vulgaris.

13/02/2010 01:01:37 a.m.

Me atemoriza la complejidad. No entender, pero también el no ejecutar. Como matemático es un poco estúpido tener ese temor: diariamente uno trabaja tratando de ir ganando terreno a lo inintelegible. A veces leyendo a otros, otras veces imaginando esquemas simples, y muchas veces con un frenetismo casi irracional al que llamamos «inspiración» románticamente. Por eso es medio tonto atemorizarse: como si un minero le tuviese miedo a la profundidad.

Pero me da miedo. Por eso quizá elegí ser minero. Soy como los gatos que miran el agua con fascinación (mi hermosa gatita la mira así). Pero hay periodos duros.

Imagínate. Estoy sentado varias horas tratando de entender un dibujito que hizo Don Dios. Me contaron los iluminados, que ese dibujito es la llave para ir al estado superior. Y lo miro y lo miro y veo un dibujín que parece como una pared de ladrillos con estrellitas. Leo la notación y veo porque hay que mirar el dibujito: la notación no dice nada. Entonces me debrayo pensando otras cosas. Leo lo que otros cuates dicen del concepto del dibujito. Leo otras cosas que ni sé que son que parecen padres pero que NO son del dibujito ni tienen que ver… y finalmente, empiezo a imaginarme cosas del dibujito. Hasta que entro en él, de alguna manera medio misteriosa. Y luego ya, me voy a mi casa. Todo esto es cuando el día fue «muy productivo». Pero lo usual es que esto esté intercalado con comidas, entrenamiento de rugby, dar clase, ver a mi preciosa novia, trámites de mierda, conversaciones de pasillo, y encima, llegar a la casita de sololoy y que un guey me invite a jugar ajedrez para «relajarte». Y no aprendo. A veces ejerzo más aún, fuera de horario de oficina. Me la paso autopsicoanalizándome (lo mejor que puedo) para resolver mis problemas personales; haciendo teorías de dualidad (o multidualidad cuando no me sale sencillito) sobre cualquier ente, metiéndole lo que pueda de psico, socio, filos y/o teo. Todo para tratar de entender la situación y perderle el miedo. Y obvio, no puedo entender todo, me rebasa.

¿Cómo le hago entonces para salirme de ese personaje «vejete aburrido y calculador»? Pues hago bromas, o me acuesto en el suelo, o me como algo del suelo, o me pongo a chismear con los que pasan, o me aviento de un piso a ver que pasa y algunas veces me escapo. Y entonces me vuelvo inmaduro e inútil. Justo lo que la sociedad no espera de mí. Justo violando los valores que Narro trató de inculcar en mi persona en la cartita que adjuntó con mi título profesional. Y hay reprimendas. Es medio difícil tratar de ser un «artista del raciocionio» (yo no soy, ni lo seré nunca, pero mi deber es intentarlo con ahínco) y cumplir con un jodido horario social-administrativo.

Qué hueva me doy a veces. Sé que estoy en una posición soñada…jooooven, sin compromisos, con beca, estudiando justo lo que quiero (sin materias, ni exámenes ya), con posibilidades de viajar mucho. Pero aún así, a veces anhelo los tiempos de irresponsabilidad que no aproveché como debí, y las decisiones potenciales que me alejaron de ser un vago. Nada como irse de briago con amigos gañanes. O perderse una semana del mundo paseando solo por la ciudad.

Les mando «un cordial saludo a los lectores». O bien, tomen el arrimón de camarón.

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